MI NECROMANCER

lunes, julio 03, 2006

Mitología Azteca, primera parte


Frecuentemente aparece en la poesía Ipalnemoani (por quien se vive), la fuerza suprema. Cada aspecto de la vida sexual estaba asociado a un dios diferente. Así, Xochipilli era el dios de las flores, del amor, de la fertilidad y de las relaciones sexuales ilícitas; al igual que su esposa, la diosa Xochiquétzal, quien, además era protectora de la prostitución (que como se ha dicho antes, era lícita). Por su parte, Tlazoltéotl era la diosa del placer, la voluptuosidad, la fecundidad y la fertilidad. Ella protegía a las parturientas, a las parteras, a los hechiceros relacionados con el mundo amoroso y a los hombres de intensa actividad sexual. Cada fenómeno atmosférico también era asociado a un dios: a Tlaloc las lluvias, a Quetzalcóatl Ehecatl los vientos. Según los aztecas sólo se vive una vez, y la vida esta llena tanto de sufrimiento como de alegría y la única manera de perdurar tras la muerte es alcanzar la fama, si bien la propia fama desaparece cuando los mueren los que recuerdan al difunto.
Estos son algunos de los dioses que formaban parte del panteón azteca; les daremos una breve reseña de su historia, por se los mas importantes.
Coatlicue: Diosa tierra de los conquistadores aztecas de México y madre de Huitzilopochtli, dios tribal de la guerra. Su nombre significa “falda de serpiente”.
El aspecto de Coatlicue era realmente horrible. Su falda estaba formada por serpientes y su collar por corazones arrancados a las victimas de los sacrificios, manos cortadas y una calavera. Sus manos, y sus pies acababan en garras afiladas y sus pechos estaban flácidos.
Diosa devoradora de la pesadilla azteca, Coatlicue solo se saciaba con carne y sangre humanas, y por consiguiente, era una deidad para la cual el sacrificio se convirtió en una necesidad imperiosa. Las “guerras de la flores”, de los aztecas, libradas con la intención de tomar prisioneros para el sacrificio divino, garantizaron que tuviera suficientes víctimas.
Esposa de Mixcoatl, serpiente de las nubes, y dios de la caza, Coatlicue, quedo mágicamente embarazada de Huitzilopochtli. Un día estaba barriendo y una bola de plumas cayo cerca. Coatlicue guardo el juguete en el escote de su vestido y mas tarde, cuando lo busco, descubrió que estaba preñada. La noticia del embarazo de Coatlicue ofendió a sus vástagos existentes y sus cuatrocientos hijos e hijas decidieron que la deshonrada madre debía morir.
Pero Huitzilopochtli, que aun no había nacido, aconsejo a su madre que se refugiase en una cueva. Cuando los cuatrocientos vástagos la atacaron, Huitzilopochtli salio de su útero totalmente armado y mato a muchos de sus hermanos y hermanas mayores. Al final los hijos de Coatlicue aceptaron la antigüedad de Huitzilopochtli y hasta Xipe Totec, dios del maíz lo reconoció como señor de las cosechas del maíz.
Xipe Totec ayudo a Coatlicue a garantizar la cosecha básica de los aztecas. Su relación es semejante a la de las deidades griegas Triptolemo y Deméter. Coatlicue, se parece más aun a la diosa hindú Devi, dado que encarnaba en útero y la tumba.
Aunque a menudo Coatlicue trataba benevolentemente a la humanidad, su crueldad no tenia limites. Al igual que Kali, la manifestación oscura de Devi, disfrutaba con un mundo rebosante de la sangre de las victimas de los sacrificios.

Huitzilopochtli: Deidad suprema de los aztecas que gobernó México en los siglos XIV y XV. Su nombre significa “colibrí azul de la izquierda”.
Huitzilopochtli, deidad tribal de los aztecas, fue un dios guerrero. Ordeno a los feroces combatientes que construyeran un imperio, lucharan sin piedad y reunieran los cautivos suficientes para sacrificarlos a los dioses.
La forma de sacrificio azteca se caracterizaba por arrancar el corazón del cuerpo vivo y ofrecerlo al sol. Así se pretendía garantizar la lluvia, las cosechas y el éxito de la guerra. El despellejamiento también era una forma popular de sacrificio. Por algún motivo, probablemente relacionado con la reproducción, las victimas preferidas por Huitzilopochtli eran los niños.
Como la mayoría de las deidades aztecas, por la noche, Huitzilopochtli experimentaba un cambio, se convertía en huesos, y por la mañana retornaba al mundo.
Los atributos del dios, el colibrí y el fuego, son semejantes a los del dios Xoxhipilli, dios desollado de las flores y el señor de las almas. A ambas deidades se les atribuían poderes sobre el ciclo agrícola. Se decía que, al madurar el maíz, Xipe Totec, juvenil dios del sol, se fundía con Huitzilopochtli.
Se lo representaba como un hombre azul, totalmente armado y ataviado con plumas de colibrí. La diosa serpiente Coatlicue, deidad azteca de la tierra, lo concibió cuando del cielo cayo una bola de plumas que entro en contacto con su seno.
Los numerosos hermanos y hermanas mayores del dios, convencidas de que su madre los había deshonrado al quedar embarazada, tramaron la muerte del Coatlicue. Pero el niño nonato la tranquilizo, y cuando los hijos la atacaron, huitzilopochtli salio plenamente formado del seno de su madre y la defendió, como ocurrió con la diosa griega Atenea.
Huitzilopochtli mato a su hermana Coyolxauhqui, cascabeles de oro, y a sus demás hermanos estelares; luego regreso con Coatlicue, que comento lo mucho que lamentaba la violencia desatada. Para distraer a su madre, el dios cortó la cabeza de coyolxauhqui y la arrojo a los cielos para que se convirtiese en la luna. Huitzilopochtli, dios de la guerra, representaba los dardos y lanzas del guerrero, la sabiduría y el poder, símbolos que lo identifican con la serpiente. Pero además su nombre alude al colibrí, precursor del verano, la estación de los relámpagos y la fertilidad. Se le honraba en el decimoquinto mes azteca, en una ceremonia muy semejante al Tóxcatl de Tezcatlipoca, el Panquetzaliztli, en la que el sacerdote atravesaba con una flecha una masa preparada con sangre de personas sacrificadas para tal ocasión.

MI NECROMANCER II

Déjeme presentarme debidamente, señora de la Ciudadela de los Halcones de Fuego, sacerdotisa guerrera de Mishakal.

Los pocos que me conocen, saben que solo me pueden llamar MaX. Mi verdadero nombre está vedado para los mortales. Usted sabrá, señora, que el verdadero nombre contiene la esencia misma de la magia. Y no confío demasiado por quienes se rigen por títulos o por las convenciones sociales, por más nobles que sean.
Espero sepa usted disculpar.
Apenas soy un ermitaño, habitante de los bosques, poco acostumbrado a las maneras de la sociedad y de las buenas costumbres.
Silvanus guía mi espada y la naturaleza satisface mis necesidades. Nada más necesito.
Pero el destino quiso que nos crucemos, por lo que trataré de no parecer demasiado rudo en mis modales.
Soy noctámbulo por naturaleza... la luna guía mis pasos, así que deberá disculpar ,si mi águila mensajera, cae en el medio de la noche con mis mensajes.
Espero que no la despierte. Es una buena ave.
Solo no la mire a los ojos... En serio, no lo haga.

Es una lástima que nuestras Tierras estén tan distantes. Pero creo haber visto un retrato suyo en algún museo dedicado a bellezas guerreras, en alguna de mis pocas incursiones a la ciudadela de la Puerta de Baldur.
Maldito lugar ese. Apesta a corrupción, ladrillo a ladrillo. Como sea, junto con este mensaje, podrá encontrar una corteza de árbol con un autorretrato mío. Así ambos sabemos a quien nos dirigimos.
Espero no asustarla, aunque mi alineamiento quedará a la vista. ¿Puede usted adivinarlo? Recuerde, cuando saque la corteza no mire a Agnus (mi águila) a los ojos.
Mi compañero lobo cometió ese error... hoy el pobre es un perro tuerto.
Actualmente, me encuentro estudiando Pa-Kua, un milenario arte oriental.
Pronto podré ser digno avatar de la madre tierra.

Ahhhhhhh, Irlanda... Irlanda... lejanas tierras casi inaccesibles para los que habitamos este plano. Tierra soñada por muchos, anhelada por todo seguidor de la naturaleza.
Algún día, mi señora, algún día, si somos dignos, claro. Pude, eso sí, hacer una incursión por la lejana Venecia y a la perfecta Florencia, no hace mucho.
He podido vislumbrar grandes obras históricas en la mismísima cuna del arte. Incluso he podido entrar en el museo Uffizi, ver Botticellis, Michelangelos, Da Vincis y cosas que harían palidecer a los bardos más expertos.
Irlanda, por supuesto, será mi próximo destino.


Tenga usted un buen día, media elfa armachnesti,
ciudad de Greyhauk, Torre Azul... 432 D.c
( después del cataclismo)

Su servidor,
Max, apenas un protector de la naturaleza

MI NECROMANCER


Mi señora, haré este mensaje breve... Los árboles se mueven inquietos, los murciélagos se han quedado en sus cuevas y los lobos aúllan con una tonalidad aún más siniestra. Hay extraños en mis dominios y debo estar presto a la batalla.
Debo decir, sacerdotisa Lauranna, que ha sido para mi un tremendo placer poder hablar con usted, aunque poco, el día de ayer. Espero ansioso la próxima vez que nuestros caminos se crucen, para conocernos mejor. Desafortunadamente, este fin de semana debo unirme a un grupo de aventureros para llegar hasta Navarro, mi pueblo natal. Mi familia hace un festejo y se requiere mi presencia. Puro campo y naturaleza mi pueblo. Allí me sentiré a gusto.
Le dejo, eso sí, un manuscrito mío, uno de los pocos relatos que, en mis épocas de bardo, he podido recolectar por el mundo. Espero no sea usted floja de estómago, no es apto para personas débiles de espíritu.
Sin más, se despide de usted, dejándole el candor de mis labios impresos en vuestra mejilla